viernes, 5 de marzo de 2021

VIAJE SENTIMENTAL POR FRANCIA E ITALIA (Lawrence Sterne, 1768)

Benito Arias
 
   La última obra publicada por Laurence Sterne (1713-1768), en dos volúmenes, e inacabada o digamos más bien "abierta" como su Tristram Shandy, se tituló A Sentimental Journey through France and Italy (1768) y el narrador de la obra es Mr. Yorick, un personaje de su Tristram Shandy que por su parte es un trasunto del propio Sterne. "Sentimental" aquí significa de aprendizaje en relación con la formación del carácter, ya que los sucesos del viaje despiertan una suerte de reflexión encaminada al perfeccionamiento moral. Tiene por tanto una cierta relación con la escuela moralista francesa, ya que la moral y las costumbres son el motivo conductor del relato, pero por contenidos se sitúa en la estela empirista de David Hume, por esa relación entre moral y buenos sentimientos. El narrador se coloca en el lado opuesto al viajero que se limita a describir ciudades y grandes edificios, a valorar y criticar puntillosamente lo que observa (Smollett es la bestia negra de Sterne). La obra se compone de muchas viñetas anecdóticas ligadas a las diversas localizaciones por las que va pasando, pero apenas contiene descripciones, ya que se centra en las reacciones emotivas de Yorick y sus divagaciones, a menudo impulsadas por  menudencias. El sentido del humor es fino y amable, la actitud del narrador es caballerosa, siempre buscando el justo punto de sus reacciones, si bien a menudo se deja llevar por la generosidad y la piedad, bajo premisas no muy explícitas de tipo religioso, ya que Yorick es un pastor protestante al igual que su creador, Sterne.
   Del lado temático, lo más destacable me parece el espíritu galante del personaje, de hecho las escenas más frescas y deliciosas del libro son  las que involucran sus escarceos amorosos, por ejemplo en Calais, donde dedica varias viñetas a una breve conversación con una joven dama, sabremos al final que reciente viuda, mientras analizan sillas de posta para su viaje. Espontáneamente, nuestro Yorick le sostiene la mano a la joven y ella no la retira, es más, se la deja confiadamente. logrando transmitir un sutil erotismo a pesar del escaso contacto físico.
   La obra es sorprendente y justifica por sí sola la fama de Sterne como predecesor del postmodernismo literario. Entre otras cosas, por la brevedad de las escenas, por los títulos repetidos, por la mezcla de análisis objetivo-subjetivo, por el comienzo in media res y sin explicaciones, por la introducción de ensayos en medio del relato, y de modo especial un "Prólogo" en el sexto capítulo o viñeta (con una graciosa clasificación de los tipos de viajero) y, especialmente, por los fragmentos que trufan la obra con entindad autónoma, y que son auténticos relatos intercalados, siendo además novedosos minicuentos (mi favorito es el Fragmento de la primera parte donde se describen los efectos sobre la ciudad de Abdera de la representación de una obra de Eurípides). Naturalmente, casi todo ello lo aprendió Sterne de Cervantes y su Quijote, ineludible referente de toda literatura experimental.
   En cuanto a la edición recomendada, debo decir que empiezo a ser, sin proponérmelo, un modesto coleccionista de traducciones del Viaje, y que si bien empecé por una no del todo satisfactoria, la de Bruguera, que fue mi primera lectura, después he ido acumulando ediciones y relecturas, en este orden: la añeja versión de Alfonso Reyes que fusilan con leves cambios en la anterior, la de Max Lacruz en Impedimenta, bien traducida y editada, y por fin la que motiva esta reseña y mi reciente relectura, la traducción de Jesús del Campo en una bella edición de la editorial ovetense KRK, con ilustraciones del traductor, que también prologa y añade un relato inédito de Sterne en castellano: "Historia de un capote bueno y de abrigo". Tiene la peculiaridad de respetar la extraña puntuación de Sterne y su también extraño uso de los guiones; la experiencia de lectura es similar a la que deja el Tristram de Javier Marías.
   Por su levedad en el tono, la humanidad en el contenido, la sensibilidad de las relaciones galantes y la forma adelantada a su época, el Viaje sentimental es una obra que se lee como si hubiera aparecido en nuestros días.


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