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DULCES SUEÑOS (Robert Bloch y José Luis Moreno-Ruiz)

 

Benito Arias

   En la entrada anterior quise mostrar la importancia de las traducciones cuando leemos literatura extranjera. Nunca seremos suficientemente quisquillosos a este respecto. A menudo disponemos de varias versiones de una misma obra, y toca por tanto comparar o buscar referencias para saber con cuál quedarnos. Podemos dar con grandes diferencias pero sin errores notables, lo que nos lleva a decantarnos por una u otra según nuestro gusto personal, el estilo o la puntuación de algún traductor concreto; otras no hay diferencias significativas (esto es raro) y otras descubrimos que hay auténticos abismos entre unas traducciones y otras, en cuyo caso hay que decidir cuál es la más fiel o la más bella (el eterno dilema).

   Cuando sólo contamos con una traducción en el mercado, es casi obligado confiar en ella y leerla si estamos muy interesados por la obra en cuestión. De dos colecciones de cuentos de Robert Bloch (1917-1994), originalmente aparecidas en la prestigiosa Arkham House, sólo hay en español las versiones que salieron en la para muchos no menos prestigiosa Valdemar Gótica, me refiero a El que abre el camino (The Opener of the Way, 1945) y Dulces sueños (Pleasant Dreams, 1960). Las dos colecciones están traducidas por José Luis Moreno-Ruiz. Como no tengo buenas experiencias con este traductor, me propongo hacer un repaso somero de los relatos de la segunda colección, y empiezo por uno de la temática que más me atrae, las casas encantadas. El cuento se titula "La casa hambrienta" (The Hungry House, 1951), donde nada más empezar se nos informa de que una pareja "alquila" una casa, y aquí empiezan los problemas, porque el original advierte que la han comprado (bought), detalle que es importante por el nivel de compromiso con la propiedad que implica. Es un error incomprensible del traductor. A continuación, hay una frase memorable: "Then it came." Algo así como "Entonces eso llegó". It, eso..., y sabemos que Stephen King leyó con gusto a Bloch, la traducción no debería obviar este juego de referencias. Vana esperanza, nuestro traductor anota: "Entonces fue cuando se manifestó". Y uno se pregunta por qué alguien que se supone maneja con soltura el idioma extranjero nos da una versión tan... diluida, de tres palabras cruciales. Algo enfadados seguimos con el relato, que como se ve no es precisamente Finnegan's Wake, se puede leer hasta con pocos conocimientos de inglés, como es mi caso. El autor justifica que aun estando "eso" en la casa, no es cuestión de mudarse. "Moving was out of question", y punto. Nuestro traductor lo adorna un poco: "Mudarse estaba fuera de lugar, no había ni que considerarlo", y uno se pregunta de dónde saca la mitad de la frase; pero entonces recordamos la estrategia de engordarlas para cobrar más, y vamos entendiendo. El caso es que hay un préstamo por medio, y según  el traductor "Era absurdo ir con ese argumento al agente; era imposible explicárselo a sus amigos". Esto no se entiende muy bien, ¿por qué es absurdo ir con el argumento del préstamo al agente inmobiliario? Pues no se entiende, en efecto, porque no dice eso. Lo que Bloch dice son dos cosas distintas: que han conseguido un buen préstamo del banco y, por otro lado que "It would be absurd to complain to the agent about it, and impossible to explain to their friends". Evidentemente, si mantenemos el significado de "it" o "eso", es decir, la presencia en la casa, la cosa tiene lógica y va preparando el terreno; de otro modo, como lo cuenta el traductor, es un sinsentido.

   Por ahora sólo hemos leídos dos párrafos bastante breves del cuento, y la traducción es un absoluto desastre. Tres de los inconvenientes habituales en las traiciones de Moreno-Ruiz ya se han manifestado a la primera de cambio: por un lado los errores garrafales, las simples y llanas meteduras de pata. Por otro, los añadidos redundantes e innecesarios que destrozan el estilo de los autores y tornan iguales las maneras de escribir de todos los que pasan por las manos de nuestro traditore. En tercer lugar, los errores de interpretación que desvirtúan la historia y la banalizan.

   En el cuarto párrafo tenemos otro ejemplo de esto último:

   "Ella lo sintió la primera noche, en el dormitorio. Estaba sentada ante aquel espejo antiguo, cepillando sus cabellos. El espejo no tenía una sola mota de polvo y se veía allí claramente reflejada. La luz estaba encendida, además, aunque era una luz pobre."

   Este es el párrafo entero. El original dice:

   "She felt in the very first evening, in the bedroom. She was sitting in front of the high, oldfashioned boudoir mirror, combing her hair. They hadn't settled all their things yet, and she didn't trouble to dust the place very thoroughly. In consequence the mirror was cloudy. And the light above it flickered."

   Extrañamente, en este caso se nos escamotea información. No se deja claro que el espejo (antiguo y anticuado) es un espejo tocador, y que como era la primera noche aún no habían terminado los arreglos y ella no había limpiado el polvo a conciencia, por lo que el espejo estaba "nublado". Además, la luz de arriba parpadeaba... La situación es de este modo más propicia a la aparición de los fantasmas que la dada por la traducción española, eso sin duda.

   Creo que no vale la pena seguir indagando. En sólo cuatro párrafos breves hay tantas inexactitudes que la traducción no superaría ni un examen de grado elemental. Pues bien: este libro se ha vendido en su primera edición, que como mínimo será de mil o dos mil ejemplares; después se ha reeditado y ahora vuelve a estar agotado, siendo de esos que alimentan la especulación en las redes de reventa porque Valdemar, que parece haber muerto de éxito, tiene una política de reediciones que no entiende nadie y puede dejar pasar décadas antes de volver a sacar los libros de esta colección, y ello a pesar de las demandas incansables de sus obstinados clientes. Creo que es obligado advertir a quien está dispuesto a pagar el doble o el triple de lo que costaba este ejemplar en su día (no era barato), que por completar la colección no está comprando un libro, sino un objeto, ya que el espíritu del libro, la obra como tal, ha desaparecido por completo en su traducción española.

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