Benito Arias
A la lista de libros inclasificables que abarrotan ya nuestras estanterías, hay que añadir desde ahora Zona de Geoff Dyer, según el subtítulo: "Un libro sobre una película sobre un viaje a una habitación". Antes de nada, la peli de referencia es Stalker, de Andrei Tarkovski, por lo que será muy recomendable leer esta entrada de La mano del extranjero y, por supuesto, verla o reverla antes de leer el libro de Dyer. A mí, la película ha vuelto a sorprenderme por su capacidad de enredar al espectador, algo que no siempre consigue Tarkovski, enredar quiero decir de buena manera, en el sentido de atraernos a su mundo, tan particular y extravagante que no podemos respirarlo mucho tiempo. Sin embargo, el libro de Dyer aporta una interpretación en gran parte risueña que demuestra ser capaz de repensar los temas de la Habitación y la Zona sin por ello caer en el desgarro, al que tan proclive es Tarkovski.
La forma del libro es muy atractiva: por supuesto es un resumen y una interpretación de la película, pero también es una acumulación de notas sobre el director, el rodaje, los viajes, los deseos, la escritura, el sexo, las bolsas de viaje, su mujer y sus novias (de Dyer), los tríos y los premios literarios. En fin, el autor nos habla de lo que se le ocurre al hilo de la película, una obra que ha visto decenas de veces en cines de todo el mundo, y como es un escritor ingenioso, no aburre nunca. También se pone serio, cómo no, las reflexiones sobre lo que deseamos (el tema de la película) y lo que obtenemos son estupendas, y la nómina de autores que Dyer emplea para apoyar sus meandros (Don DeLillo, Coetzee, Kundera, Merleau-Ponty, Wim Wenders...) nos abren muchas vías para continuar el viaje.
Si vemos la película antes y luego leemos el libro tendremos además la oportunidad de verla otra vez en lo imaginario, al tiempo que la comprendemos mejor, o digamos que la veremos y la comprenderemos con los ojos de Dyer. Lo curioso es que el talante del escritor y el de la película pueden parecer opuestos, como se oponen la solemnidad y el ingenio. Sin embargo, la admiración del novelista es sincera, aunque sea capaz de hacer prácticamente un chiste a cada plano. En realidad es que la película es seria y el libro irónico. Si la solemnidad es la tontería del serio y la ironía una burla inteligente, podrían converger y complementarse ambos, película y libro, más por lo que niegan que por lo que afirman, es decir, de modo indirecto.
Zona no es un simple libro sobre una película con datos sobre su apartado técnico, con cotilleos varios e información pura y dura, es algo más, se trata de una obra literaria, ya que sin ser crítica cinematográfica, tampoco es exactamente autobiografía ni ensayo, aunque tal vez sea el ensayo el género donde se apoya más plácidamente, porque si la novela es ese género que se come casi todo lo que es ficción con un cierto número de páginas, cuando alguien habla en primera persona de un tema y reparte opiniones a discreción, asumimos por tanto que nos encontramos ante un ensayo; pero no lo es, porque es un ensayo novelesco, o una novelización postmoderna de la película. Para colmo, en el colofón nos topamos con una reveladora cita de David Markson, el más extraño de todos los narradores, y en concreto de su novela titulada Esto no es una novela. Ahí es nada. Podríamos decir como ellos que Zona es una lectura. Una lectura de una película que ya hemos visto y ahora leemos el libro para ampliar nuestra comprensión de la película, es decir, de la Zona, es decir, de la Habitación de los deseos.
Por último, y en un plano puramente estético, Stalker no sería la gran película que es sin el final que tiene. El libro sólo puede dejar constancia de ello, y por una vez a Dyer le faltan las palabras. Para compensarlo, ahí tenemos la magnífica portada original de la edición española.
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