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CEREMONIAS MACABRAS (T. E. D. Klein, 1984)

 


 Benito Arias

   En inglés tiene un título más sencillo: The Ceremonies, y una portada más siniestra y adecuada a la trama; pero al fin y al cabo es una obra de terror contemporáneo (bueno, de los ochenta del siglo pasado) y esta época está marcada por dos nombres: Lovecraft (influencia) y Stephen King (producción), con los cuales sí que sintoniza plenamente. Ambos nombres pueden relacionarse en un primer momento con T. E. D. Klein (1947), el primero porque es su principal influencia reconocida, el segundo porque es su contemporáneo y para muchos el referente del género en la época. En sus entrevistas recuerda Klein que cuando dirigía la revista The Twilight Zone Magazine, de 1981 a 1985, el hecho de poder incluir un relato de King significaba incrementar notablemente las ventas, y cómo los editores presionaban para contar con él en la portada. Sin embargo, la forma de escribir de uno y otro tiene poco que ver. Ninguna fatuidad en Klein, pocas concesiones al infantilismo narrativo, y hay que olvidarse de la velocidad de crucero al leer simplonas páginas intrigados por lo que va a ocurrir (aunque se recojan con pelos y señales derivas sin sustancia, algo tan molesto en el caso de King). No es ese el plantemiento de T. E. D. Klein, que construye una novela morosa, muy dilatada, rondando las 600 páginas en la edición original aunque en la española no llegue a unas densas 500, con un estilo donde se cruzan varias tramas y técnicas narrativas. Por fortuna cuenta con una eficaz traducción de Albert Solé, un sólido valor de la editorial Martínez Roca en aquella época.

   Klein comenzó su relativamente escasa carrera (una novela, cinco novelas cortas, una decena de cuentos y un grueso tomo de ensayos y misceláneas), carrera que por cierto él da ya por terminada, con una novela corta o relato largo espléndido: The Events at Poroth Farm (1972), ahora reeditado en una edición ampliada del volumen Reassuring Tales (2021), en el que recoge mediante la técnica del diario las sobrenaturales amenazas sobre un joven profesor neoyorkino que se marcha al entorno de un pueblo algo apartado como inquilino en la granja de los Poroth, un matrimonio de su edad y sin hijos, para dedicar su verano a leer literatura de horror clásica a fin de preparar unos cursos. La fusión de opiniones sobre la literatura gótica y la serie de sucesos cada vez más extraños, acordes con lecturas como El pueblo blanco de Arthur Machen, es llevada a cabo de manera muy económica y realmente efectiva. En Ceremonias macabras alarga la idea de esta narración inicial extendiendo la amenaza al modo de Lovecraft hacia el llamado horror cósmico con la invocación de cierta entidad maléfica que se pretende traer al mundo mediante unas extrañas ceremonias. En la novela hay mayor proximidad a los personajes, que ahora son muchos más, y ofrece una larga descripción de la vida en comunidad (fanáticos religiosos seguidores del profeta Jeremías), aproximándose así a lo que hoy se conoce como Folk Horror

   El estilo de Klein es detallista, tal vez en exceso, la sensación que deja después de su lectura es de perfecta ejecución: ningún cabo suelto, nada de alusiones sin conectar a la trama. El autor ha trabajado a fondo el argumento y lo ha expusto hasta el último detalle: los personajes, la mitología, la comunidad y sus ritos, en fin, todos los aspectos que aparecen a lo largo de esta ambiciosa novela, declarada por S. T. Joshi un auténtico "hito" de la ficción weird contemporánea (aunque con un limitado éxito de ventas). Cabe preguntarse por ello si el hecho de que no haya publicado más, y que la segunda novela ampliamente trabajada durante años vaya a quedar al parecer inédita, es precisamente una consecuencia de este perfeccionismo, padre de grandes obras y de amargos abandonos.

   Como casi todo el que se acerca a la obra completa del autor, prefiero las ficciones de extensión intermedia, tanto su primera novella como las otras incluidas en Dark Gods (1985), de las que tres pueden leerse en antologías de la época, también en España. Suele mezclar eficazmente tramas de verdadero espanto, con amenazas muy físicas y materiales, junto al goticismo alusivo y de terrores ambientales que tanto practican los clásicos del género. Sigue la estela de los clásicos, y en especial del Lovecraft maduro, no el que describe los espantos con su sobrecarga descriptiva (Klein es consciente de que es mayor el efecto si éste se dosifica) sino el que prepara magistralmente la eclosión final en el "periodo realista" que inició a fines de los años veinte del siglo pasado. A algunos podría parecerles que en Ceremonias macabras la dilatada postergación del desenlace no se compadece bien con la abrupta conclusión; no es mi caso, creo que el balance está bien medido y que al final consigue dos o tres escenas impactantes que quedan para siempre en el recuerdo del lector.

   Del periodo final del siglo pasado, cuando nos preguntemos por la buena literatura de terror que se ha escrito en él, no creo que debamos responder con el nombre de Stephen King y su legión de imitadores, sino con unos unos pocos y oscuros secundarios que muy pocos leen ahora, pero que son los tocados por el imperativo del estilo: pienso sobre todo en Robert Aickman, cuya magnitud está ahora mismo comprendiéndose por fin, seguido del primer Ramsey Campbell, sobre todo con sus cuentos, a veces M. John Harrison (si no se obstina en contar en 40 páginas lo que Ramsey Campbell diría en 10)... y la verdad es que pocos más. Salvo Thomas Ligotti, que en mi opinión ocupa un discreto segundo nivel, el mérito se ha escorado como casi siempre hacia el Reino Unido (y en estos momentos tal vez se esté trasladando a Hispanoamérica, está por ver). Creo que el americano Theodore "Eibon" Donald Klein merece figurar con todos los honores en este selecto grupo, primero por sus relatos y ensayos; pero también por esta novela ambiciosa e impactante.

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