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CORAZÓN TAN BLANCO (Javier Marías, 1992)

 
Benito Arias
 
   Es una de las novelas más valoradas, reseñadas, estudiadas y hasta leídas de los últimos años en España. Preguntarnos por su valía en la actualidad, cuando se han cumplido 25 años de su primera edición, es pura retórica, y se puede contestar de corrido: su importancia es incuestionable, sin duda se trata de una de las mejores novelas del siglo XX español, y para muchos la mejor de Javier Marías (aunque personalmente prefiero las del Ciclo de Oxford).
   El motivo central es, inaugurando una costumbre de largo recorrido, unos pasajes de Shakespeare, en concreto de su Macbeth, y todo el argumento gira en torno al mal, la mentira y la sospecha en el seno del matrimonio y de las relaciones amorosas en general. Una pareja de recién casados, Juan y Luisa, se hallan de paso en un hotel de La Habana cuando son inmiscuidos en una disputa de amantes fruto de una confusión de identidades; de Cuba precisamente era la madre y la abuela de Juan, así como su tía, primera esposa de Ranz (curioso nombre para el padre de Juan), quien inexplicablemente cometió suicidio al poco de haberse casado con éste. Juan sabe que hay un velo de secretos en torno a esa muerte, nunca aclarada por su padre, a pesar de servir de preámbulo a su posterior boda con la madre de Juan, hemana de la suicida. Los secretos se convierten en una obsesión para él: ¿Vale la pena saber? ¿Es preferible conocer todo lo que puede saberse o es la ignorancia una bendición en muchos casos? Es un problema digno de una clase de Ética.
   Juan y Luisa son traductores simultáneos, la escena en que se conocen es de las más famosas de la obra de Marías, realmente divertida, y las reflexiones en torno al oficio de la traducción, que tan bien conoce el autor, merecieron el elogio de Reich-Ranicki, su patrocinador en Alemania. Por motivos laborales, Juan debe pasar periodos de cuatro meses separado de Luisa, quien se queda en Madrid montando un hogar que en cada visita le va pareciendo a Juan más artificial y ajeno, como si el matrimonio implicara la pérdida de la vida personal. Cuando se vive en pareja se pasa a vivir con otra persona, a compartir la almohada, y con ella la vida. Se depende del otro en gran parte, de sus palabras y de sus silencios. Los secretos acaban siendo revelados o callados con culpa, y tanto una opción como otra conllevan consecuencias dispares. Aun asistiendo a una exquisita claridad en las palabras y los actos, uno puede relacionar sucesos, intuiciones y referencias hasta construir un relato suspicaz. Juan empieza a incubar sin motivos sospechas sobre la fidelidad de Luisa, tal vez porque su padre sí le da indicios de guardar un secreto. En Nueva York ayuda a su amiga Berta a entablar una relación con un individuo oscuro, que defiende su anonimato y un secretismo también sospechosos. Finalmente, en Ginebra acabará sabiendo parte de la historia que no quiso saber pero que terminará sabiendo, el terrible secreto de Ranz, revelado posteriormente en Madrid.
   En la novela se cruzan los motivos vividos y pensados en un mismo plano, dando lugar al asociaciacionismo o relacionismo tan propio de la escritura de Marías (fruto de esa técnica tan peculiar por la que lo escrito y corregido es inamovible), un asociacionismo a veces paranoide por culpa de la continua explicitación de las posibilidades, las cuales fundamentarán real o imaginariamente la sospecha. Por fin, lo oculto se dice y se conoce, tal vez gratuitamente, ya que es mucho peor de lo que se podía imaginar; pero qué sería de esta magnífica novela si no asistiéramos a la extraña revelación autoinculpatoria de Ranz.
   El estilo hipnótico de Marías llega en esta obra no a su cumbre (es aún más exagerada la morosidad en Tu rostro mañana), pero sí se consolida como un rasgo fundamental de su etapa madura, ya que el benetismo anterior de El siglo es mucho más oscuro y puntual. Benet sobrevuela este gran estilo, está claro; pero no lo agobia: la sintaxis es aquí precisa y clara, aunque siempre habrá a quien no le guste, así como la adjetivación y el uso de un castellano depurado de localismos y con pretensiones de universalidad. La reflexión sobre las cosas es al mismo tiempo una discusión sobre la relación entre el conocimiento y el lenguaje, el habla y la escritura. La filosofía de fondo es escéptica y desengañada: sería mejor no saber, aunque a veces es imposible mantenerse en la ignorancia. Acabamos comprendiendo que si constatar los hechos sólo acarrea daños, podría ser mejor no ser conscientes de ellos, y la ignorancia es una protección necesaria para la vida. Por desgracia, todo el mundo habla, también nosotros, y el secreto acaba volando de unos a otros, así como la instigación más o menos impulsiva, y al final se establecen complicidades y conjuras, favores y deudas, por culpa de las revelaciones. La confesión que airea lo que debía permanecer oculto abre la caja de lo "siniestro", de tan interesante recorrido en la trilogía de Marías, siendo por lo demás su conexión más clara con el campo de la literatura fantástica, de la que es un interesantísimo defensor y excelente aunque sólo ocasional autor.
   He leído la novela por tercera vez en la edición del 25 aniversario, buscando una experiencia diferente, sobre todo por la claridad en el formato y el tipo de letra. Acompaña al volumen principal otro con reseñas, entrevistas, una extraordinaria carta de Benet y fotos, además de algunos textos del autor relacionados con la obra. Dudo que haya una prosa con más altura en la novela española de las últimas décadas.

Comentarios

  1. Berta, Luisa, Juan, nombres con un claro recorrido en la obra de Marías (incluso me suena Ranz, o las referencias biográficas a la familia cubana), lo cual, unido a ese tejido en torno a la verdad y la mentira, la modificación de la realidad que produce la vida familiar o esa progresiva invasión de lo siniestro, hacen que, sin haberla leído todavía, "Corazón tan blanco" me parezca ya muy familiar. Sin duda, será la próxima incursión que haga en el universo Marías... cuando me reponga de la anterior, el absorbente Ciclo de Oxford. ¡Excelente reseña, que invita a leer!

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