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Mostrando entradas de noviembre, 2018

FORTUNATA Y JACINTA (Benito Pérez Galdós, 1887)

José Miguel García de Fórmica La posible reticencia que podamos sentir hacia ella solo porque en los manuales de literatura es calificada (por aquellos que es dudoso que hayan leído otra cosa que literatura «seria») como la novela más grande del siglo XIX español queda vencida solo con aplicar el único método para salir de dudas: leerla. Fortunata y Jacinta no sé si será la mejor novela de esa centuria, ni siquiera si la más destacada de Galdós, pero desde luego es una obra grandiosa, excepcional, inolvidable. Sorprendido justo en mitad del camino de su vida, el escritor canario la escribió con el convencimiento pleno de estar ejecutando una novela culminante en su trayectoria: como Auto de fe o Cien años de soledad o Los hermanos Karamázov , es una de estas que se llaman novelas-mundo , por ambición, por extensión, por el propósito de incluir en ella una completísima expresión del universo humano. Un universo encarnado en una ciudad, Madrid, más que nunca un personaje fu

QUERIDO MIGUEL (Natalia Ginzburg, 1973)

  Benito Arias    Primera novela que leo de Natalia Ginzburg, una de esas autoras invocadas al calor de la llamada literatura femenina, no sé si es momento de plantearnos qué es eso, si tiene rasgos propios o si es un invento de las revistas... A muchos lectores les suelen incomodar las etiquetas porque quieren creer que la literatura es una sucesión de obras únicas; y los críticos por su parte caen a menudo en el dogmatismo de confundir sus revelaciones con ideas platónicas. El caso es que si la literatura escrita por mujeres y según el tópico suele tratar temas relacionados con la intimidad, esta novela de Natalia Ginzburg sería literatura femenina canónica. Naturalmente, ni todas las mujeres que escriben son iguales ni este tema es privativo de ellas; pero por lo que he ido comprobando al leerla, no estaría en mala compañía junto a Edith Wharton, Doris Lessing, Paula Fox, Anita Brookner, Ann Tyler, Elena Ferrante y tantas otras magníficas escritoras que, como la Ginzburg, ha